6 nov 2014

TANKA, Y SIMBOLISMO.-

Desde hace años me pareció que las representaciones gráficas son una gran ayuda para pensar. Observaba como algunas ideas se ven más claras cuando son acompañadas por gráficos. En ellos las lineas ascendentes o que caracolean en el plano permiten "ver" lo que lleva mucho más tiempo "contar".

Incluso llegué a imaginar formas gráficas para expresar conceptos abstractos e imaginar una especie de tablero de ajedrez donde en vez de los trebejos habituales fueran ideas o conceptos los que se relacionaban oponiendose o ligándose en una danza común. Grande fue mi sorpresa al descubrir que simplemente esta redescubriendo la "pólvora". Un caso más donde la filogenia repite la ontogenia. La búsqueda y el desarrollo individual describe, inconscientemente el mismo dibujo, en micras, de la evolución de la especie.

¡Los tibetanos hace siglos que inventaron un portatil condensador gráfico de ideas y abstracciones! Me refiero a los thangkas.

Cada Thangka, pinturas hechas en lienzo de algodón y de tamaños menor que 1 metro, son ayudas para la meditación porque en ellas las imágenes y el color significan conceptos importantes dentro del budismo vajrayana.

"El objetivo de la meditación no es adorar a la divinidad representada. La imagen no tiene otra misión que ayudar al que medita a aproximarse lo más posible al modelo que ha elegido; el objetivo final sigue siendo el Nirvana, aquella inmersión en el vacío que el modelo ya ha podido realizar. La pluralidad de la iconografía tibetana se explica en realidad a partir de esta tarea auxiliar: a través de la meditación es posible prepararse a todas las situaciones con las que un hombre puede enfrentarse en esta vida o en la otra".

Cada tibetano lleva consigo, cuando se desplaza en viajes largos, su ordenador portatil. Un pequeño, cómodo y económico computador sin baterías ni elementos móviles y, por lo tanto, frágiles. Lleva un thangka. En el, en el que ha seleccionado, está comprendido una parte importante de la filosofía que impregna su manera de vivir y comprender sus circunstancias. Sólo hay que desplegarlo en un lugar cómodo y solitario y prestarle atención el tiempo suficiente. Cada imagen y sus relaciones descriptas en la pintura le sugerirán los conceptos que necesita para sobrevivir en cualquier circunstancia afortunada o desgraciada en que se encuentre. Es un ordenador sencillo, pero a diferencia de los nuestros, siempre da la respuesta que se le exige.

"La imagen y el libro constituyen una unidad indisoluble para el que elige la vía de la meditación. La literatura tántrica se ocupa principalmente de los distintos estadios que quienes meditan tienen que recorrer, a fin de tomar parte en las visiones y experiencias que se les presentan al contemplar un thanka. Ya nos hemos referido a la configuración inalterable de los distintos thankas, a las formas fijas de su representación simbólica y al empleo de colores que son parte integrante de dicho simbolismo. Es preciso recalcar, sin embargo, que, para un observador occidental, un thanka es a lo sumo una obra de arte cuya composición cromática y figurativa despierta admiración. Para un tibetano, el thanka ha sido y sigue siendo, en cambio, sólo un medio para lograr el objetivo: en la literatura hallaba las indicaciones adecuadas para contemplar meditativamente la imagen y dar así un paso adelante en el camino de la perfección. El camino hacia la meta conduce a través de las distintas estaciones pictóricas que al no iniciado le parecen Incomprensibles y caóticas." (2)

Pero no se vaya a creer que todo "es coser y cantar". Las imágenes expresan relaciones y conceptos, más su significado no es fijo e inamovible como podría ser un anuncio gráfico hecho por un publicitario europeo. No se trata de propaganda subliminal o de un silabario con dibujitos estereotipados:

"La clave para comprender el arte tibetano se halla en el conocimiento del simbolismo que constituye la base de sus especulaciones esotéricas. No debemos creer, sin embargo, que cada símbolo tiene un significado fundamental. En su mayoría, los símbolos transmiten mensajes polivalentes cuya significación sólo es deducible a partir de la composición general. Al mismo tibetano le resulta imposible abarcar en toda su complejidad el simbolismo de su religión; no puede estudiarla como un escolar su ABC, sino que ha de ir penetrando paso a paso en los misterios del esoterismo. Sólo a muy pocos hombres les ha sido y será dado sondear el fondo último de las cosas: son aquellos que han sentido el vacío final y, por lo tanto, el conocimiento [Pág. 180] último.

La comparación de un thangka con un ordenador es, por supuesto, una aproximación libre y algo imaginativa a la realidad que implica la meditación con un soporte visual. Y lo es no porque "lo gráfico" exprese en una forma críptica ideas y relaciones, sino sobre todo, porque la meditación supone una transferencia de energía. El meditador, cuando lo hace correctamente segun las reglas que ha aprendido de su maestro o lama, recibe no sólo conceptos o pura información, sino tambien la energía necesaria para ponerlos en acción.

"[Pág. 181] Durante el proceso de la meditación, las imágenes - consideradas hasta entonces como simples copias- pasan a representar a los santos invocados por el que medita. Sólo entonces adquieren la función de transmisores de energía, pues cuando acaba la meditación, el potencial energético se agota y el nimbo del santo deja de existir."

Es probable que para una mente occidental este proceso sea discutible, y que se invoquen procesos de "auto-hipnotismo" o de "realimentación" provocada por las propias ilusiones. Nuestro modelo de análisis no incluye conceptos para explicar estos fenómenos que, por otra parte, son observables desde "fuera". Se supone que una "obra de arte" es para "apreciar" y despertar sentimientos estéticos; y que la información y la orientación se encuentran en instrumentos homologados para tal fin, o en profesionales debidamente acreditados por carreras universitarias. No hay lugar para la "meditación" ni para la "oración". Y si lo hay, y si se observa que "funciona" la explicación es: "sólo para mentes sencillas" con capacidad de "autohipnósis".

Pero nuestro modelo es muy rudimentario. En el caso del budismo vajrayana, tibetano, no se considera a las divinidades que se invocan como "existentes-en-si", con realidad independiente de la existencia de seres humanos que las invocan, y sin embargo, paradójicamente, se cree que tienen el suficiente poder para hacer lo que "uno-sólo-no-puede".

"Cualquier objeto cultural religioso es sólo un medio para el tibetano y no posee valor alguno en sí mismo. De ahí que se prodiguen tan pocos cuidados a lo que nosotros consideramos obras de arte. Los thankas y otros objetos rituales son manipulados como instrumentos de uso cotidiano. Pues un tratamiento especial de estos objetos supondría entrar en contradicción con la idea general de la caducidad de todo lo terreno.

En opinión de los tibetanos, una imagen piadosa no es más que la copia de una manifestación visionaria y es, en definitiva, tan fugaz como ella. Un thanka sólo adquiere importancia durante la ceremonia ritual, cuando sus energías ayudan a concentrarse al que reza y lo trasladan, gracias a sus posibilidades figurativas, a un mundo situado más allá de lo puramente plástico."

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